Por Luis y Elena Camogliano
El país está frente a nuevos retos que trae consigo el proceso de globalización. El desarrollo de las tecnologías de la información y las nuevas modalidades de hacer negocios plantean caros desafíos que los peruanos deben afrontar de manera unida. Uno de estos retos es precisamente la generación de empleo productivo que demandan los jóvenes de hoy, entendiéndose que el futuro está en manos de las nuevas generaciones.
Si más de dos tercios de la población en general está integrada por personas menores de 35 años, se puede deducir que el futuro dependerá básicamente de las potencialidades de los jóvenes, considerados como “estudiosos, hábiles y creativos” en diversas partes del mundo.
Desde esta perspectiva nos planteamos una interrogante: ¿Qué buscan los jóvenes hoy? La inmediata respuesta sería “trabajo y estudios”. El primer concepto está vinculado a la urgente necesidad de generar riqueza, y el segundo está orientado a la realización del joven mismo. De ahí la gran oferta académica que se difunde en los medios de comunicación social.
Por esta razón es importante incorporar a los jóvenes estudiantes al proceso de crecimiento económico del país. Ahora que el país está creciendo, urge formar “canteras” de agentes del cambio social que el país requiere con urgencia. Las nuevas propuestas de desarrollo social deben salir de los líderes de las diferentes casas de estudios públicas y privadas.
Los bruscos cambios que vive el Perú, demandan de los jóvenes, respuestas a sus interrogantes. Muchos jóvenes viven sin horizontes ni visión de futuro. Es necesario que vean modelos adecuados qué seguir. Los nuevos paradigmas no están en la televisión ni en la fama, sino en seguir los pasos de quienes encontraron la verdadera felicidad en el camino de la fe cristiana. De ahí que los jóvenes deben emular a quienes verdaderamente sean los motores del cambio y ser referentes al mismo tiempo de una novedad de vida.
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